Manny Babbit fue un Marine estadounidense, veterano de la guerra de Vietnam que fue condenado por el asesinato de una mujer de 78 años de edad, Leah Schendel, durante un robo en Sacramento, California en 1980.
Fue ejecutado por el estado de California por inyección letal en la prisión estatal de San Quintín, un día después de su 50 Foto de Bill mostrando la foto de su hermano Mannycumpleaños
Babbitt había sido herido en la sangrienta Batalla de Khe Sanh en la Provincia de Quang Tri, Vietnam del sur.
Como parte de su defensa, afirmó que sufría de trastorno de estrés postraumático, lo que le había llevado a cometer ese crimen y, posteriormente, olvidarlo completamente.
Sus últimas palabras fueron: “Los perdono a todos”

Esta es la historia de Manny Babbit contada por su hermano, Bill, en La Salle Centro Universitario, el 28 de noviembre de 2014:
Hoy, en Madrid, llueve sin parar, y él empieza su intervención diciendo “no os preocupéis, después de un día lluvioso, siempre viene un día soleado”. Es un hombre de 74 años, lleno de vida, de entusiasmo y de optimismo. Un ejemplo para todos.

Vamos a tratar de contar su historia tal y como él nos la ha transmitido…

“En diciembre de 1980, cambió mi vida. Tenía 38 años y mi hermano Manny 31.

Cuando Manny tenía 17 años, en plena guerra de Vietnam, nos dijo que él quería ir a luchar por su país. Quería unirse a la Infantería de marina.
El problema era que cuando Manny tenía 12 años sufrió un accidente de coche que le había dejado secuelas en su desarrollo y no estaba preparado para aprobar el examen de acceso (que de hecho no aprobó) a los marines.

Pero era un chico corpulento, atlético, y fuerte, así que la Marina trampeó el examen y Manny se incorporó, con 17 años, al cuerpo.

17 años. Ni siquiera podía entrar en un bar a tomarse una cerveza, y se iba a la guerra. En Mayo se fue a Vietnam. A una de las batallas más sangrientas, la que denominada Batalla de Khe Sanh en Vietnam del sur.

2 bombas explotaron cerca de uno de los tanques en los que se encontraba Manny y resultó herido de gravedad. Incluso un trozo de metralla se alojó en su cráneo. Pero Manny aún lucho durante un día más…

Cuando los helicópteros estadounidenses pudieron llegar a la zona a recoger a los soldados muertos en la batalla encontraron también a Manny, completamente ensangrentado. Creyendo que estaba muerto lo subieron al helicóptero rodeado de los “trozos” de los soldados, y del resto de cadáveres.

Cuando vuelve a EEUU Manny se casa y tiene un niño. Pero su mujer lo abandona por las secuelas que la guerra había dejado en él. Lo que hoy sabemos que se llama “estrés postraumático”. En esa época se sabía que los veteranos sufrían graves trastornos psiquiátricos, pero no había demasiados estudios al respecto y, desde luego, no se les ayudaba en un tratamiento que les ayudara a superarlo.

Los veteranos, los soldados que habían luchado por al liberta de EEUU, se traían la guerra con ellos. En sus cabezas…

Como media 22 veteranos se suicidan al día. Esto es la vergüenza de América. América lo ha abandonado.

Pero cuidado, yo amo a mi país. Mi familia ama y ha servido a su país. Además de Manny tuve otros 3 hermanos en la Infantería de Marina, y yo mismo estuve en la Armada, destinado en Estambul durante la guerra fría.

Manny estuvo en dos ocasiones en Vietnam. Primero durante 1 año, volvió a casa y pudo quedarse pero no lo hizo. Volvió. Ya tenía terribles secuelas mentales.

Cuando Manny volvió definitivamente a casa estaba enfermo. Su cuerpo estaba bien, pero no su cabeza. Lo encontraban por la ciudad como si tuviera un fusil, como si aún estuviera en la selva rodeado de enemigos. Se había vuelto loco pero nadie lo ayudó…

Una noche, junto con otras dos personas, asaltó una gasolinera. Lo pillaron y lo mandaron a un Hospital psiquiátricos. Tenía pesadillas constantes. La guerra continuaba en su cabeza. Veía a sus amigos (sus hermanos, para él) morir a su alrededor, sus cuerpos desmembrados por las bombas, la sangre… Allí estuvo durante 3 años, límite de tiempo para estar en un centro psiquiátrico. Y, a pesar de no estar curado, lo mandaron, de nuevo, a las calle.

Sin medicinas, sin tratamiento, viviendo en la calle, Manny buscó el consuelo en el alcohol y las drogas (LSD, la droga del momento).

Manny se vino a vivir con nosotros. Mi esposa Linda, sus tres hijos y yo. Al principio a Linda le preocupaba el estado de Manny, pero aprendió a tratarlo como lo que era, un adulto con la mente de un niño. Y le quería, fue capaz de ver su espíritu bondadoso.

Entonces, en diciembre de 1980 cambió nuestra vida. Leímos en los periódicos que una mujer de 78 años, que vivía sola a una milla de nuestra casa, había aparecido muerta, golpeada. Se llamaba Leah Schendel.

Linda me dijo en esos días: Bill, hay que vigilar a Manny, algo le pasa… ¿Intuición femenina?

Ante la advertencia de Linda, un día, cuando llegué de trabajar en el turno de noche – debían ser las 3 de la mañana – me puse a revisar los armarios.

De pronto vi cómo algo caía. Era un encendedor con dos letras grabadas: L.S.

Nunca fui bueno en matemáticas, a mi 2+ 2 nunca me habían dado 4… hasta ese día…

Me fui a nuestro cuarto donde Linda ya dormía. Me arrodille en el suelo junto a la cama y recé, “Señor, quiero despertar de esta pesadilla”. Desperté a Linda y le pedía que rezara conmigo.

Y entonces hice lo que creía que era mi deber. Llamé a la policía.

No podía dejarlo pasar. No podía darle dinero a Manny y decirle que huyera. Si lo hubiera hecho y en cualquier otro logar matara a otras personas yo me habría manchado las manos de sangre. Y yo soy un hombre honorable.

Expliqué a los agentes cómo era Manny. Cómo la guerra de Vietnam le había afectado. Cómo todo lo vivido seguía en su cabeza.

La policía me afirmó que no me preocupara, que Manny recibiría tratamiento y yo… me lo creí…

Pero no fue así. Cuando el caso de Manny llegó a manos de los políticos toda esperanza acabó para él.

En marzo de 1999 recibí la terrible llamada: Manny iba a morir. Ya no había posibilidad de más apelaciones.

El día antes de la ejecución fui a San Quintín a ver a mi hermano. Le dije a Manny que, cuando estuviera en la camilla abriera los aojos y me mirara, así vería que estaba con él.

Él me dijo que no. Que no los abriría. Ya había visto demasiado dolor. Los tendré cerrados, pero aun así sabré que estás ahí, aunque no te vea.
En ese momento no lloré. Sonreí. Sabía que algún día nos encontraríamos, estaríamos juntos.

El 3 de mayo Manny cumplió 50 años, y el 4 de mayo fue ejecutado.

Una gran parte de mi familia, aun a día de hoy, no me habla. Dicen que traicioné a Manny. No. No le traicioné. Hice lo correcto.

Manny sí me perdonó. Antes de morir me dijo: “no vayas por ahí triste todo el día, con sentimientos de culpabilidad. He perdonado a todos”. Me dijo que me quería y que había hecho lo correcto. Que nos veríamos al otro lado.

Ahora no tengo miedo a la muerte.

La muerte liberó a mi hermano de la guerra que continuaba en su cabeza. No consiguieron encerrarle, al final la muerte le liberó.

Antes de morir Manny pasó 19 años en el corredor de la muerte.

En EEUU la pena de muerte está reservada a pobres y afroamericanos. O.J. Simpson fue declarado culpable del crimen que cometió, pero no hay ricos en los corredores de la muerte.

Gracias a la Comunidad de Sant’Egidio hemos podido contar con Bill Babbit, y conocer de primera mano el drama de los veteranos de guerra, y de la pena de muerte.

La Comunidad de Sant’Egidio es un movimiento de laicos, al que pertenecen más de 50.000 personas, comprometido en la evangelización y en la caridad en Italia y en más de 70 países del mundo.

Os animamos a colaborar con ellos en dos actos previstos:

  • Sábado 29 de noviembre – Plaza de Santa Ana (Madrid). Jornada Ciudades por la Vida, Ciudades contra la Pena de Muerte, promovida por la Comunidad de Sant’Egidio.

Durante el acto se iluminará el Teatro Español.
Un año más, Madrid se une a la Campaña Internacional, que este año unirá a miles de ciudades de todo el mundo. En Madrid el acto está organizado junto a Amnistía Internacional.
Durante la jornada contaremos con la intervención de Bill Babbit, cuyo hermano fue ejecutado en la prisión de San Quintín (EEUU)
Sábado 29 de Noviembre de 2014 – Plaza de Santa Ana – 18:30 horas

  • Peregrinación de Jóvenes a Berlín: por una Europa sin muros. 15 al 19 de julio de 2015.

Más información: info@santegidiomadrid.org

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