En 2011, cuando aún no éramos los expertos prosumidores que somos ahora, aparecieron en la publicidad de la televisión (sí, no teníamos Netflix entonces en España) unos vídeos como este:

Los vídeos, con el estilo clásico del plano-contraplano, nos mostraban a personajes populares de diferentes ámbitos hablando sobre el futuro. El comercial tenían la duración habitual, y te invitaba a ver más en la página del plan. Fernando Trueba, Geraldine Chaplin o José Corbacho, entre otros, arrojaban su visión sobre cómo será el futuro, en vídeos de unos 15 minutos de duración.

Podéis consultarlos todos completos aquí.

La campaña sentó un precedente publicitario y es uno de los grandes hitos del branded content en España (de branded content ya hablaremos). Podemos encontrar multitud de ejemplos posteriores.

Sin ir más lejos, el pasado año oímos hablar del mediometraje Más allá del dinero. Dirigido por Kike Maíllo y protagonizado por Adriana Ugarte, nos ofrece un futuro distópico, muy al estilo de la serie Black Mirror, en el que podemos vender nuestros recuerdos. El proyecto lo crea la prestigios agencia McCann y podéis consultar la información aquí.

La importancia de las Conversaciones sobre el Futuro es tal que su formato propició la aparición en 2014 de Viajando con Chester. El programa presentado por Risto Mejide hereda de los anuncios del Sabadell el formato de entrevista abierta y con una supuesta altura intelectual. Así lo reconoce Toni Segarra, creativo responsable de la campaña, en un episodio del programa de Cuatro.

El éxito de la campaña del Sabadell en términos de branding y repercusión es más que evidente. Los resultados económicos son más opacos. Y es sin duda un ejemplo de transmedia aplicada a la publicidad. Un teaser en la televisión, o en las redes. El vídeo completo en un microsite del banco que, aprovechando que pasamos por allí para ver eses vídeo tan interesante, querrá (porque es de lo que iba la cosa) vendernos un plan de pensiones.

Pero… ¿funciona siempre esta fórmula? En una próxima entrada veremos que, evidentemente, no.