Hoy en el centro universitario hemos abierto nuestras puertas a la Red FACIAM, la Fundación Atenea y la Asociación Solidarios para el Desarrollo, quienes han compartido sus experiencias y conocimientos sobre la situación de las personas en situación de sinhogarismo. La conclusión clave de esta jornada ha sido que los vínculos sociales son la clave determinante en estas situaciones, y se ha lanzado una llamada a toda la ciudadanía para comprender la realidad de quienes carecen de un hogar.

Uno de los mensajes más impactantes de la jornada ha sido la necesidad de superar estereotipos. La imagen de la persona sin hogar, desmejorada y con problemas de adicción, no se ajusta a la realidad. Estas personas no son drogadictas, alcohólicas ni evitan trabajar. La diversidad es asombrosa, ya que incluye a hombres, mujeres, jóvenes, personas mayores, miembros de la comunidad LGTB y refugiados, entre otros.

Las cifras también hablan por sí mismas: el 28% de las personas sin hogar se encuentran en esta situación por la necesidad de empezar de cero, mientras que casi el 60% presentan cuadros de depresión. Aproximadamente, el 70% son hombres y el 30% son mujeres, lo que destaca la importancia del sinhogarismo femenino.

La estigmatización, la discriminación y la pérdida de derechos son obstáculos que las personas sin hogar enfrentan todos los días, lo que perpetúa el ciclo de sinhogarismo. Además, a menudo se enfrentan a situaciones traumáticas que agravan su situación y afectan su salud mental. La pérdida del hogar se considera una vulneración de los derechos fundamentales del ser humano.

El sinhogarismo femenino también ha sido un tema de especial atención. Sorprendentemente, el 55% de las mujeres sin hogar se encuentran en una categoría de “sinhogarismo oculto”, es decir, se encuentran sin hogar pero no viven en la calle o en refugios para personas sin hogar de manera visible. En cambio, pueden estar alojadas temporalmente en lugares como casas de amigos o familiares, hoteles baratos, o en situaciones de vivienda inestable, como viviendas compartidas o estar en una situación de alquiler precaria. A pesar de que estas mujeres no están viviendo en la calle, siguen enfrentando inseguridad de vivienda y carecen de una residencia estable. El sinhogarismo oculto puede ser más difícil de identificar y cuantificar que el sinhogarismo visible, ya que estas mujeres no suelen aparecer en estadísticas oficiales sobre la población sin hogar. Sin embargo, es una forma importante de sinhogarismo que merece atención y apoyo por parte de las organizaciones y comunidades que trabajan en la prevención y la ayuda a personas sin hogar. Todo esto añadido a que el 80% de estas mujeres experimentan problemas de salud mental y violencia.

El mayor reto que enfrentamos es la generación de una conexión con la comunidad. Las personas sin hogar no constituyen un colectivo homogéneo y no se definen por ninguna característica específica. Simplemente son personas que se encuentran en una situación de sinhogarismo. Es crucial transmitir esta diferencia para evitar la estigmatización.

En definitiva, esta jornada nos recuerda que vivimos en una sociedad donde la exclusión social es una realidad fácil de enfrentar, especialmente cuando no se puede asumir el ritmo de las pérdidas ni de consumo. A través del entendimiento y la empatía, podemos marcar la diferencia y trabajar juntos para abordar el sinhogarismo y sus causas subyacentes.